Ante la necesidad de reformar la Constitución de 1886 un grupo de estudiantes universitarios realizó un plebiscito en 1990. Este fue aprobado y se dispuso la conformación democrática de la Asamblea Constituyente, integrada por diferentes fuerzas (estudiantes, indígenas, guerrilleros reinsertados, liberales, conservadores, etc.).
De la Asamblea Constituyente surge la Constitución Política de Colombia 1991 en la cual la participación ciudadana, el respeto por los derechos fundamentales y la consolidación de la tradición democrática de Colombia ganaron espacios.
Dentro de un inocultable progreso material y con una economía más saludable que la de sus vecinos, a pesar del paramilitarismo y la guerrilla, en los últimos años Colombia se muestra como un país notablemente integrado, diversificado e inteligente en el manejo de sus recursos, con admirable capacidad para lograr sutiles equilibrios en las más difíciles crisis, pero todavía distante de resolverlas. Hoy en día prosiguen enfrentamientos entre militares, paramilitares y guerrillas en ciertas regiones, sin demasiado riesgo a la población civil de las ciudades, pero es innegable que esto genera desplazados y muertos entre la población civil del campo. También se adelanta una lucha patética contra los productores y exportadores de droga, en la que han muerto centenares de jueces, varios ministros, varios candidatos presidenciales y millares de civiles y policías.
Los últimos gobiernos han reconocido la necesidad de apertura a la participación política de los grupos disidentes, y la han intentado con éxito parcial. La nueva Constitución de l.991, redactada por indígenas, grupos de izquierda, guerrilleros desmovilizados, minorías religiosas y representantes de los poderes tradicionales, es reconocidamente democrática y bien recibida por la opinión pública, y con ella los colombianos creen haber abierto un nuevo ambiente institucional a la reconciliación.